Escribir: más allá de la gramática

Writing: It’s more than mechanics. Engaging our readers requires thoughtful planning, meeting certain expectations, and paying attention to the details. Above all, good writers read a variety of texts and follow good examples!

Escribir es algo que va más allá de asociar sonidos con letras y saber cómo se trazan estas últimas en un papel, o conocer su posición en un teclado. Tiene que ver además con narrar, plantear, describir y argumentar con el lenguaje escrito. Esta última parte es la que suele quedar al margen en la escuela.

Nos enseñan a trazar las letras, a formar sílabas, a armar con ellas las palabras, y a encadenar estas en una oración. Hay muchas personas que dan el siguiente paso de forma casi automática: de la oración al párrafo y de allí al texto completo con su principio, su nudo y su final. Pero en muchas otras es como un salto que queda en el aire.

Lo mismo sucede cuando un amigo nos narra una película. Seguramente tenemos amigos que hacen de esa narración un buen momento en compañía, y nos dejan la sensación de haber entendido la trama. Y con certeza hay otro grupo de amigos cuyos relatos exigen un esfuerzo extra de nuestra parte, e incluso así, nos queda nada más una idea vaga de lo que sucedió, como perfiles entre la niebla.

Quien sabe contar una película ya la tenía clara al empezar a hablar. Mientras veía la pantalla se dio cuenta de quién era el bueno y quién el malo, la víctima de turno y el móvil de la trama. Quien no la sabe contar empieza a lanzar frases como brochazos aislados, con la esperanza de llegar a trazar un dibujo, tarea que en buena cantidad de ocasiones no se logra. Peor aún, el interlocutor queda con la sensación de haber perdido el tiempo en un relato inconexo.

En este caso, lo mejor es recurrir al antiguo adagio “pensar antes de hablar”. Aquí se referiría a pensar antes de escribir. Hay quienes toman notas, quienes plantean una especie de diagrama de flujo para la manera en que expondrán ideas y argumentos, y hay también los que se lanzan a escribir directamente, pero dando por descontado que esos párrafos que produzcan tendrán que pasar por un duro tratamiento de revisión y reformulación hasta llegar a una versión definitiva. Lo peligroso es creer que sin pensar antes, o sin estar dispuesto a corregir después, es posible producir un texto coherente y claro. Sin definir con precisión lo que vamos a decir, puede ser que resultemos evocando una idea diferente a lo que en realidad queríamos dar a entender, o que haya un matiz en lo escrito que hubiéramos preferido evitar. Escribir es la expresión de algo que se forma en la mente. En otras palabras, es el producto de un ejercicio mental. No podemos escribir sin pensar.

Al problema de la claridad del mensaje y las ideas (o la falta de ella) hay que agregar el ingrediente de las convenciones de cada tipo de texto. Escribir una carta comercial implica conocer una serie de fórmulas y usos que son normales en estas, y que pueden variar de un país a otro, de una lengua a otra. Pero sucede con cualquier otra clase de texto: desde un artículo de prensa hasta un informe, pasando por un anuncio, una página web, un comentario en un foro de discusión, o una entrada en Facebook. Podemos diferenciar sin demasiado titubeo entre un texto bien escrito y uno mal escrito en cada uno de estos tipos, basándonos más que nada en la claridad del mensaje que transmiten. Escribir bien es, fundamentalmente, comunicar un mensaje en forma eficaz, con la intención que se le quiere dar, y dentro de los parámetros establecidos, de manera que el mensaje no se distorsione porque contravenimos alguna convención: la presencia o ausencia de ciertas fórmulas, el uso acertado de la persona (tú/usted/vos/impersonal), la selección del registro y el vocabulario adecuado (formal o informal), etc.

Existen manuales y guías de redacción que incluyen ejemplos de diversos tipos de texto[i]. Algunos textos  ya están bastante reglamentados, pero hay otros, por ejemplo un ensayo o un informe de investigación para el entorno escolar o universitario, un artículo o entrada de blog, en donde los parámetros son más bien difusos. Conviene preguntarle al profesor o a la persona que nos encarga el texto sobre las características que espera que tenga este. Su respuesta permitirá definir algunos parámetros. La siguiente recomendación es buscar textos semejantes para estudiar sus características, y tomarlas como modelo para el nuestro. En otras palabras, difícilmente llegaremos escribir sin haber leído antes. Un estudiante puede tomar como modelo la manera en que se escribe en alguno de sus libros de texto, el que prefiera. Alguien a quien inviten a escribir en un blog, o que quiera empezar el propio, seguramente tendrá varios blogs que sigue y lee con regularidad. De ellos puede sacar sus modelos. Los periodistas en ciernes suelen tener ídolos en su campo a quienes imitar. Y quien se lance a participar en un foro de comentarios en internet, casi siempre ya lleva un tiempo leyendo participaciones en esos foros.

Quienes deciden a unirse a un taller literario o de redacción, aprenden rápidamente que todos nos iniciamos en la escritura imitando lo que leemos y nos gusta o nos parece adecuado. Pero esa manera de iniciación no se da solo en la escritura creativa y literaria, sino en todos los niveles. Al igual que cuando aprendemos a hablar imitamos a nuestros padres y a quienes comparten con nosotros el día a día porque los tomamos como modelos, para escribir necesitamos encontrar modelos a seguir, que solo podemos encontrar leyendo, no solo textos literarios sino cualquiera que nos resulte interesante, pues es muy probable que sea en ese tema que nos atrae y ese estilo que nos gusta que demos nuestros primeros pasos en la escritura.

[i] Por ejemplo, Saber escribir del Instituto Cervantes, (Cervera Rodríguez, Ángel y Hernández García, Guillermo, Aguilar, México, 2007), que se presenta en su introducción como un manual para enseñar a “escribir desde todos los ángulos de la escritura”, contiene una enorme cantidad de modelos de texto desde cartas comerciales hasta diálogos para ficción o guiones, que pueden servir de parámetros para escribir.